12 noviembre 2007

La navidad se esconde, insinuándose ya en las cumbres de Volota

Encarna

Hacía un calor de mil demonios, agosto salado en las playas de la Cala. Buscando al camarero para que nos pusiese una cerveza, bien fría, me topé de repente con el cartel de "Se vende lotería de Navidad! Con este calor no pega comprar pero, estoy segura que el deseo de hacernos ricos hace que muchos veraneantes se lleven el boleto junto al bañador, cubos, palas, caracolas, piedras de todos los colores y cómo no, el tesoro más preciado, las cristalinas verdes, marrones , azules … y demás enseres de los crios, con los que uno siempre acaba cargando.

Hace unos días buscando fotos para que lo niños se hiciesen una idea de lo que era "El Cortijo" encontré esta de mi madre, esto era para mí el anuncio de la navidad. Si no recuerdo mal se hizo una tarde de finales de la primavera cuando después de un largo día de "blanqueo", había que darle de comer al pavo, recién comprado –costaría no más de treinta duros- hasta que aprendiese solo, y madre mía si aprendía, qué manera de engullir las cáscaras de sandía y melón.

Durante todo el verano, después de comer salíamos a la placeta (precioso mirador con su acacia en el centro, donde el tiempo pasaba al ritmo de los DIAN 6 que bajaban de la "La casilla blanca" ) con el plato de porcelana donde habíamos recogido todos los restos de comida y, el banquete para el pavo y las gallinas estaba servido ( parece que están inventando algo cuando nos hablan de separar la basura… otro día contaré como lo hacíamos y haré un pequeño homenaje a "la cesta de las papas") .


El 24 de diciembre, La Encarnación, desde bien temprano empezaba a preparar el laurel, el vino blanco, el pimiento seco, la olla del agua hirviendo …. y el pavo .

Inma Hernández Baena